Asturias, de quien se dice es un paraíso natural, lo es también, en lo que a la micología se refiere. El único censo serio que se ha realizado hasta la actualidad, da más de 2.500 especies diferentes de macromicetos, hongos de gran porte que pueden ser observados a simple vista o con ayuda de la lupa, lo que es una cantidad sumamente importante. La humedad y el clima, las diferentes altitudes desde el mar hasta la cordillera, la abundancia y variedad de nuestros bosques, sin olvidarnos de la gran cantidad de prados que hay en nuestra región, dan como resultado una gran variedad de hábitats, donde los hongos son realmente abundantes y numerosos. Prácticamente, durante todo el año por el litoral asturiano y ya más abundantemente a partir de marzo con la aparición de la Morchela esculenta y de la Calocybe gambosa -seta de primavera o de San Jorge-, hasta diciembre, con la llegada de las heladas y los últimos Higrocybes, disponemos de una larga temporada para la recolección de setas.
Asturias no tiene una gran tradición setera, como Euskadi o Cataluña, sin embargo, en los últimos años, gracias a la gran labor de divulgación de diferentes sociedades micológicas - La Corra, de Oviedo; La Faya, de candás; la Sociedad Micológica de Avilés; Sociedad Micológica de Pañeda; La Pardina, de Mieres...-, ha ido en aumento el número de aficionados y, al mismo tiempo, el de sociedades micológicas. Esto, que a simple vista puede ser positivo en cuanto al disfrute de la naturaleza, también puede suponer un verdadero peligro para el medio natural si no se respetan los bosques, los pastizales y las propiedades ajenas. Y si hablamos de comercializar las setas, el problema se agrava hasta extremos inimaginables. La afición por estos manjares silvestres va en aumento y aunque la mayoría de los amantes de la micología respetan el entorno, cada vez son más los que abusan y se llevan todo lo que encuentran, sin tener cuidado y sin que les importe la supervivencia de la especie, todo por cuestión de dinero, pues las setas se empiezan a cotizar en el mercado a un precio elevadísimo.
Como estoy en contra de la recogida indiscriminada de setas con fines comerciales, considero que los gobiernos autónomos deben poner coto a esta situación, si se produjera, pero con el fin de preservar la conservación de las especies y no para que puedan explotar este recurso natural los habitantes de sus ayuntamientos, como está ocurriendo ya en algunas localidades.
Así las cosas, confío en que el buen aficionado pueda seguir aprovechando las temporadas de setas y llenar su pequeña cesta de boletus, níscalos, lepiotas, cantarellus, agaricus, setas de primavera..., y poder así, disfrutarlas con su familia y amigos.
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